Nunca más justo nuestro regocijo que en los momentos de elevar nuestro corazón al Ser eterno por la feliz providencia, usada con su pueblo americano. Naciones ilustradas del Universo, amigos constantes de la humanidad, sabios infatigables, que consagrasteis vuestros talentos en obsequio del hombre político, presentándole con toda la dignidad que le dio naturaleza, vosotros sentiríais con razón el más dulce place, observando el copioso fruto de vuestras gloriosas tareas. Los pueblos agradecidos, nivelando su conducta por vuestras luces, llegaron ciertamente a la cumbre del honor y mostrando desde allí lo laureles de sus triunfos contra la tiranía, infundieron una honrosa emulación al orbe entero.