El crecimiento poblacional y la informalidad de la construcción acompañada de procesos de urbanización en zonas de riesgo ha generado un aumento de vulnerabilidad en la ciudad de Quito. El modelo de desarrollo implantado en la ciudad ha forjado un crecimiento urbano marcado por la desigualdad y segregación, fenómenos que son visibilizados y magnificados con la ocurrencia de eventos naturales como terremotos, inundaciones, o movimientos en masa los cuales generan daños económicos, ambientales, y sociales por lo que resulta imprescindible la ejecución de políticas de planificación del territorio dirigidas hacia la reducción del riesgo de desastres.