Este trabajo lo dedico a mi hijo Julián Ignacio, la fuerza inagotable de amor y energía que me inspiró desde el primer minuto que supe que me acompañaría en esta vida. A mi esposo Ramiro Palacios por su apoyo y compañía e indudablemente a mi madre Silvia Quezada y mi padre Luis Emilio Veintimilla por su motivación, su amor incondicional y ejemplo de constancia y disciplina. Durante esta especialidad tuve la oportunidad de conocer mujeres maravillosas que me recordaron la magia de lo que significa ser mujer y el milagro de poder ejercer una maternidad deseada, quizá llena de miedos, pero guiada con una gran luz de esperanza que representa el sostén sororo de una tribu de mujeres que motivan, a quienes también dedico este trabajo.