Por favor, use este identificador para citar o enlazar este ítem: http://hdl.handle.net/10469/13537
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Campo DC Valor Lengua/Idioma
dc.creatorGarcía Márquez, Gabriel-
dc.date2007-06-
dc.date.accessioned2018-05-11T16:58:25Z-
dc.date.available2018-05-11T16:58:25Z-
dc.identifier.citationGarcía Márquez, Gabriel. 2007. El mejor oficio del mundo. Chasqui 98: 26-31es_ES
dc.identifier.issn1390-1079 Impreso-
dc.identifier.issn1390-924X Electrónico-
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/10469/13537-
dc.descriptionA una universidad colombiana se le preguntó cuáles son las pruebas de aptitud y vocación que se hacen a quienes desean estudiar periodismo y la respuesta fue terminante: "los periodistas no son artistas". Estas reflexiones, por el contrario, se fundan precisamente en la certidumbre de que el periodismo escrito es un género literario. Hace unos 50 no estaban de moda las Escuelas de Periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la moral en su puesto, pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo. El trabajo llevaba consigo una amistad de grupo que inclusive dejaba poco margen para la vida privada. No existían las juntas de redacción institucionales, pero a las cinco de la tarde, sin convocatoria oficial, todo el personal de planta hacía una pausa de respiro en las tensiones del día y confluía a tomar el café en cualquier lugar de la redacción. Era una tertulia abierta donde se discutían en caliente los temas de cada sección y se le daban los toques finales a la edición de mañana. Los que no aprendían en aquellas cátedras ambulatorias y apasionadas de 24 horas diarias, o los que se aburrían de tanto hablar de lo mismo, era porque querían o creían ser periodistas, pero en realidad no lo eran. El periódico cabía entonces en tres grandes secciones: noticias, crónicas y reportajes, y notas editoriales. La sección más delicada y de gran prestigio era la editorial.es_ES
dc.formatp. 26-31es_ES
dc.languagespaes_ES
dc.publisherQuito, Ecuador : CIESPALes_ES
dc.rightsopenAccesses_ES
dc.rightsAtribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Ecuador*
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/ec/*
dc.subjectFANÁTICOS DEL PERIODISMOes_ES
dc.subjectESCUELAS DE PERIODISMOes_ES
dc.subjectPRÁCTICAS DEL OFICIOes_ES
dc.subjectAUTODIDACTASes_ES
dc.subjectPROTAGONISMOes_ES
dc.subjectVOCACIÓNes_ES
dc.subjectAPTITUDES CONGÉNITASes_ES
dc.subjectCREATIVIDAD Y PRÁCTICAes_ES
dc.titleEl mejor oficio del mundoes_ES
dc.typearticlees_ES
dc.tipo.spaArtículoes_ES
Aparece en las colecciones: Chasqui No. 098

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