Descripción:
La guerra de las pantallas es hoy la quiebra de un orden televisivo en transición
a una ecología compleja post Galaxia Marconi, basada en los nuevos hábitos
de consumo y de vida. Un problema político, sin ninguna duda, si entendemos
que la Comunicación es una Ciencia de lo Común. Una interpretación simple
del futuro del audiovisual tiende a poner énfasis solo en las transformaciones
tecnológicas. Ciertamente, los cambios en equipamientos, la revolución digital
son un factor disruptor del sistema cultural que hay que tomar en cuenta por su
relevancia. Hoy, por ejemplo, es previsible en Hollywood el cine post Pixar, sin
actores, del mismo modo que los chatbots permiten a los usuarios interactuar
con robots gracias al desarrollo intensivo de la inteligencia artificial. Estas
nuevas herramientas tarde o temprano alterarán el panorama completo del
audiovisual, como ya sucediera con la industria del vídeo décadas atrás. De
hecho, cadenas como CNN vienen ya usando los nuevos dispositivos y recursos
de software que no aportan otra cosa que un sistema audiovisual a la carta,
personalizada e hipertinente. Netflix es solo la revolución neolítica del nuevo
entorno que se vislumbra con la robotización y la virtualización expandida
del audiovisual. Ahora bien, insistimos, el acto de ver, la discrecionalidad de la
ventana indiscreta nos confronta con el universo ético y político de la mediación
como reproducción social. Pues la tecnología no es neutral, ni la comunicación
un simple instrumento de transmisión.