Descripción:
Quito en el siglo XVIII estuvo como en el XVII, agitado por incesantes temblores de tierra, al paso que los hombres vivían en paz casi inalterable, como si los movimientos de la naturaleza estuviesen casi en razón inversa de los movimientos sociales. En 1646 hizo una erupción el Tungurahua que causó espantosos estragos en los pueblos de Ambato, Latacunga y Quito: en 1660, como se dijo antes, reventó Pichincha y llenó de confusión y terror la ciudad de Quito.