Nos hemos liberado del naufragio universal, que afectaba los cuatro puntos cardinales de nuestra personalidad. 11 meses de termitencia dentro de “capotes militares que huelen a bestia y a relámpago”. Jugando a la gallina ciega y a la guerra. Obscuridad completa y avesamiento en el “arte militar” de asesinar humanos. Esas imitaciones de zebras que pueblas los presidios, me imagino, que tomarán a serio la profesión de matar hombres, pero otros juegan con ella. Haven jugar con ella a juventudes que van allí bajo una rotulación de conscriptos, gleotes uniformados de "fantoches sangrientos". Ahora que puedo hablar sin previo permiso, sin formar el ángulo de 45° con los talones, ahora que tengo los pulmones llenos de aire puro, sin despatarrarme y gesticular como monigote.