Descripción:
Sean mis primeras palabras para el niño. Con fervor, repetiré ideas que honran recordar a cada instantante. En el niño se reflejan las impresiones como en tersa lámina. En ésta, con estilo claro y sencillo, voy a dejar ver ideales luminosos. Que llegue a su corazoncito un rayo de bien. Quiero decirle amigablemente: Cruzas el valle de la vida como inconsciente repartidor de gracia y de belleza. Vas trocando en sonrisas los abrojos del camino y en inocentes placeres los problemas y dolores que a los sabios atormentan. Tu candor, tu fresca hermosura, son tesoros. Reproduces dichas de un edén forjad o en alucinantes horas de ensueño. Tus avizores ojos miran el fulgor de una luz que está muy alta. La bondad se lee en tu semblante. La promesa divina se engendra en tu sonreír. Aun el hombre más embrutecido y enfangado, se emociona y purifica ante tí.