Bolivia tiene, tanto nacional como internacionalmente una imagen de inestabilidad. Inestabilidad que supera los márgenes del simple "frecuente cambio de gobierno". En efecto, en Bolivia, no sólo cambian a menudo los gobiernos nacionales; lo hacen también las autoridades locales y los representantes bolivianos en el exterior. Como si ello fuera poco, cada nuevo gobierno y cada nueva autoridad "cambia" los planes y proyectos de sus antecesores. Pese a esta aparente total inestabilidad y variabilidad, Bolivia ocultó en el pasado una gran estabilidad y constancia en su modelo de acumulación.