La grandiosidad de las fiestas que celebra el Ecuador durante este año jubilar, en conmemoración de los orígenes y formación de este pueblo, nos ha movido a recoger, dentro del círculo de nuestros estudios, un haz de glorias luminosas, brotadas de su seno, que pudiese contribuir a circundar su nombre de un áureo nimbo de inmortalidad y a conciliarle ardientes simpatías de todas sus hermanas del continente americano. No semejará nuestro recuerdo el roble del patriarca plateño. Al contemplar sus nietos desde aquella altura, a los cien años de fundada, la bien poblada y cultivada colonia, traen complacidos a la memoria los grandes hechos realizados al rededor del venerable testigo de cuatro generaciones, que ha presenciado el nacimiento y presidido el desarrollo de la civilización en aquella florida pampa.