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En virtud del Decreto de V. S. Rdmá., fechado el 9 de junio del presente año, y en conformidad con las normas y prescripciones del Derecho Canónico, he leído los veintidós capítulos de la obra histórica: “La Santísima Virgen de Mercedes de Quito y su Santuario”, escrita por el M. R. Padre Joel Leónidas Monroy, y dedicada “a la muy noble y muy leal ciudad de San Francisco de Quito, en el Cuarto Centenario de su fundación”.
La citada obra es en verdad, Reverendísimo Señor, además de un homenaje filial de amor y devoción a la Madre de Dios, en la histórica y venerada Imagen, cuatro veces secular, de N. Sra. de Mercedes, una contribución adecuada y de notable valor histórico-religioso para el Cuarto Centenario de la fundación de esta nuestra ilustre Ciudad, llevada a cabo el 28 de agosto del año 1534, como reza el acta respectiva suscrita en la ciudad de Santiago de Quito, por el Mariscal D. Diego de Almagro.
En efecto: el Rdo. Padre Monroy prueba, con cita o transcripción de documentos, cómo, una vez fundado precariamente el Convento de la Merced de Quito, el año de 1534, y de manera definitiva el 4 de abril de 1537, “el primer cuidado de los religiosos fue colocar, en el templo anexo al Convento, una hermosa Imagen, tallada en piedra, de N. Stma. Madre de la Merced”. Y es tan cierto lo aseverado, que consta en el Libro Verde del Ayuntamiento de Quito la adjudicación de tierras en el regadío de Pomasqui, el viernes 6 de enero de 1537, por considerársele a la sagrada Imagen de Nuestra Señora de Mercedes “como Colona y Fundadora de la muy noble y muy leal ciudad de San Francisco de Quito”; y el día 4 de abril del mismo año, “dos fanegas de tierra, en la falda del cerro que está frontero de las casas que eran del placer de Huayna Cápac”.