Descripción:
He visto que los libros quedan muy desairados cuando les falta la Introducción; por este motivo se la pongo a este, que, bastante más que otros, la necesita.
Estando ciego en Tácquerres dicté estas páginas a Francisco Maríel, quien tomó la tarea con el mayor empeño y entusiasmo. ¡Cuánto tengo que agradecérselo!
Escrito a pulso motado, está lleno de incorrecciones. Para escribir bien se necesita una paciencia colosal, y no la he tenido.
Vine del frío Tácquerres a este templado y encantador Quito. Aquí fui curado de la vista, gracias a una famosa operación del Dr. Ángel Sáenz, gloria de la tierra ecuatoriana. Ya sano, dueño de una imprenta, me animé a editar La Vida, ecos Andes Colombianos, y allá va el fruto de mi gestación intelectual.
La vida nos arrastra por sus varios caminos y vericuetos. Nuestro fondo o substratum se conserva al través de los cambios muy relativamente uno mismo, pero no absolutamente el mismo; y uno de los mejores dones con que puede gratificarnos la naturaleza es el de la adaptabilidad. Poseerlo en alto grado es, a esto atribuyo, la dosis de felicidad que he disfrutado