Descripción:
Sentado en mi escritorio, en la mañana del primero de enero de 1906, teniendo delante un calendario-memorándum, obsequio de un hijo mío, vino a mi memoria lo que Víctor Hugo afirma en uno de sus luminosos escritos; esto es, que siempre acostumbraba llevar un lápiz en su bolsillo para recoger en el acto todo pensamiento que se le ocurriera por donde caminaba. A estos pensamientos los llamaba el ilustre poeta sus virutas.
He aquí dije para mí que, sin parecerme en nada a Víctor Hugo, ese genio del siglo XIX, debo también recoger, día por día, en este memorándum, mis virutas, y resolví hacerlo así desde ese día.