Descripción:
El mes de junio comenzó en Ecuador con signos contrapuestos: ante la algazara de una elección de bellezas internacionales, el gobierno padecía los estragos de sus desaciertos e ineficacia. Frente a estas situaciones, y contagiado por ambientes tan disímiles del circo social, esfero en mano me asomo a la ventana de los borregos desconcertados para extraer frases, que no imágenes, de la televisión. Comparo los mensajes. Desilusión, inestabilidad y zozobra por un lado; por el otro, aire festivo, carnaval y esperanza en que la candidata ecuatoriana haga un papel más decoroso en el concurso de Miss Universo que el mandatario en la pasarela política. La parafernalia alrededor del certamen y el despliegue informativo asustan. Estamos tan desamparados que atribuimos una exagerada trascendencia a lo que en otros lugares es solamente un evento galante. Hay que cacarear lo insólito para no morir de desilusión, inmovilismo y fastidio. En una sociedad frígida, la más pequeña distracción se convierte en un tremendo orgasmo.