Ese espléndido organismo internacional de cultura conocido con el nombre de UNESCO desde sus orígenes comprendió la capital importancia del problema y así desde la Carta de las Naciones Unidas se asigna a la Organización Educacional Científica y Cultural de las Naciones el alto propósito de contribuir a la paz y seguridad mundiales sirviéndose de la educación, la ciencia y la cultura, como las tres herramientas más eficaces de promover y garantizar el entendimiento y la justicia universales a la vez que los fundamentales derechos y libertades humanas. Se dijo con sobra de razón que si los hombres no encontraban un camino de acabar con la guerra, ésta concluiría con ellos. Se vio que el fin de las guerras se alcanzaría haciendo que todos los hombres fueran capaces de discernir, evaluar y controlar por sí mismos en la más amplia escala las diversas fuerzas que obran sobre sus vidas. Y se concluyó que la educación no debía circunscribirse a niños y adolescentes, sino a los hombres en su totalidad.