Descripción:
Un letrero puede ser exigente como una vulva desde el pullover de una muchacha: “¡Sea dulce, carajo!” O puede ser un llamado a la continencia como que ostentaba Zenón bordado en su chamarra: “Aneku kai apekhu” (“Soporta y abstente”). O puede tener un efecto relajante instantáneo como el grafiti que se lee al salir del metro por la terminal ocho en New York: “Camina despacio entre el ruido y la prisa”. O puede contener una velada amenaza como el que colgó de un árbol ante la morada de Lope de Rueda el prestamista Luca Espartero: “Os aguardo, Lope” O puede formular con eficiencia y elegancia un extenso stop a la manera socarrona en que Fray Luis lo compone para que su amigo el matarife Ixidrón lo ponga en su carnicería: “Si presto / al cobrar molesto / Si fío / pierdo lo mio / Si doy / a la ruina voy / Por tanto / ni presto ni fío ni doy”.