Descripción:
No ofendamos pero defendámonos: en la ofensa hay villanía cuando sólo obedece a impulsión inmotivada; en la defensa hay estimación propia, afecto que los moralistas elogian. No hay caso en que la defensa sea injusta: cuando lo es, ya no es defensa; ha degenerado la insurrección o rebelión. Los hispano-americanos seremos otra vez rebeldes o insurgentes si nos tomamos la libertad de criticar a un crítico español, y reirnos de sus aspavientos charros, como un nene se ríe de las iracundias de un abuelo. Y si en esta madriguera de egoísmos, digo, en este hermoso mundo, nosotros nos defendemos a los nuestros, lastimados por cualquier advenedizo, nadie volverá por ellos jamás.