La comunicación municipal se refiere a la existencia, calidad e intensidad de un vínculo o relación de intercambio de mensajes entre la institución municipal y la comunidad que habita, transita y ocupa el territorio comunal. Todos conocemos del desapego que la mayoría de los ciudadanos tiene respecto a su municipio, al que solo concurren para obtener un permiso o cancelar una obligación. Las acciones municipales les son indiferentes -excepto a los más pobres, que obtienen subsidios sociales del Estado a través de ellos-; se acuerdan de los servicios solo cuando fallan y raramente cuando progresan o satisfacen una necesidad. Si preguntamos a los jóvenes por su municipio, sus respuestas estarán marcadas por la indiferencia y la ironía que acompaña actitudes de escepticismo a todo lo que huela a "oficial". Por su parte, ¿qué responderían los ancianos, los microempresarios, las jefas de hogar, los deportistas y otros tantos sectores de la vida comunitaria actual? Hay, en cambio, una minoría comunal activa a quienes el municipio sí les importa: dirigentes y líderes vecinales inquietos por los asuntos públicos. A ellos les toca lidiar en el municipio con mentes entusiastas -directivos y funcionarios partidarios del alcalde de turno-y con otras más escépticas -funcionarios a secas-cuando no son detractores silenciosos de la gestión por motivos políticos u otros.