Desde Heidegger, el hombre y la técnica son cuestiones que no pueden pensarse separadamente. La técnica es parte del hombre, es uno de los modos en los que el ser en el hombre se devela. Estamos frente a una situación dilemática donde es difícil descubrir quién influye sobre quién. Si por una parte, elegimos los tipos de técnica con los que vivimos, también esas técnicas "ejercen profundas influencias sobre nuestras formas de vida- o sea, sobre la estructura de nuestra existencia"(Mitcham. 1989). Si bien sólo es posible encontrar juntas a humanidad y tecnología, "la relación mutua no es una cosa única; las relaciones mutuas toman muchas formas diferentes': (lbld). Con Heidegger aprendimos que el lenguaje es, junto con la técnica, el elemento por el cual es posible develar el ser del hombre. La escritura, considerada tecnología de la palabra, es el vehículo de ese lenguaje y por lo tanto, allí es posible indagar cuestiones relativas al modo en que el hombre se expresa a sí mismo, ya que en esta práctica encontramos condensados los dos modos de develamiento del ser y eso hace de la escritura un campo rico donde investigar. Con este objetivo, el presente escrito abordará algunas concepciones teóricas que dan cuenta de la dimensión tecnológica de la escritura.