Desde el inicio del nuevo milenio en América Latina y, particularmente, en Ecuador, ha resurgido con fuerza el análisis de los medios de comunicación desde la perspectiva de la economía política. Ello ha significado el reposicionamiento de una lectura socioeconómica y estructural de las relaciones de poder en el ámbito mediático. Como se sabe, la economía política de la comunicación tuvo un gran desarrollo en la década de los sesentas y setentas, principalmente, con la producción de la Escuela de Frankfurt, que retomó la tradición crítica de Marx y Engels, llegando a situar “a la información, la comunicación, la estructura de los medios, la cultura y el conocimiento como parte de la superestructura” (McChesney, Robert, Dan Schille et al., s/r), o sea, de esa maquinaria de producción simbólica, generada en el seno del capitalismo, que atrapó la producción cultural en la espiral del mercado (Abril, 2007: 12).