Descripción:
Durante el último año los muros de Quito se cubrieron de frases sueltas que asombran por su ironía, su belleza o su irreverente desafío. Compiten con dignidad y triunfan sobre la propaganda electoral calcada por profesionales asalariados de campañas tan mentirosas como millonarias. Los grafiteros se ganaron el cariño de muchos y el odio de algunos. Lo que dicen las paredes parece un indicio de todo lo que no se animan a sugerir los diarios, la televisión y la radio.