Después que nos separamos de vosotros para asistir al Concilio Varano, hemos tenido la dulce satisfacción de volver a vuestro seno y al de la patria, y, gracias al Cielo, ahora es cuando-podemos dirigiros, queridos hijos, las palabras del Apóstol a sus amados fieles: Salud paz en N. S. Jesucristo. Salud y paz a vosotros amados hijos, que en medio de la decadencia de los principios religiosos y morales en el Viejo y Nuevo Mundo, por vuestra sincera adhesión a la fe de nuestros mayores y por la pureza de vuestras costumbres, habéis sido nuestro consuelo, nuestro gozo, nuestra corona y nuestra gloriad gaudium meum et corona mea.