Descripción:
Los alabaos y gualies son cantos del Pacifico colombiano cantados a capela y en comunidad, iniciado por un cantador o cantadora y seguido por los y las respondedoras. A través de la historia, sus letras se han venido modificando y los espacios que habitan también, dando como resultado, hoy en día, una mixtura de letras y lugares en donde tienen presencia. Por ejemplo, en los años de la conquista, los lloros, así llamados en aquel entonces, eran entonados en las barracas (asentamientos) de los esclavizados para conmemorar a los difuntos. Estos cantos eran acompañados por tambores, baile y llanto, convirtiéndose en un medio de resistencia ante la opresión de la conquista española que los consideraba como cantos profanos y por lo tanto castigados por la inquisición, llevando estos cantos a lo oculto y lo secreto y manteniéndose de esta manera durante los siglos XVIII y XIX (Friedeman, 1992; Lucena, 1995; Maya, 1996). Posteriormente, durante los inicios del siglo XX, ocuparon los espacios sagrados como estrategia de la iglesia católica de tener más adeptos. Sin embargo, a mediados del siglo, con la aparición de las guerrillas, los cantos perdieron algunos espacios, por los toques de queda y amenazas a sus habitantes. Por esta causa, los cantos se tornaron en una estrategia de denuncia sobre los hechos ocurridos en sus comunidades, y también como repositorio de memoria histórica. Finalmente, en los años noventa, en el marco del auge de las políticas multiculturalistas, estos cantos empezaron a habitar espacios teatrales, transitando entre lo cultural, lo social, lo político y el espectáculo.