El interés en las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica existe desde la fundación de las naciones americanas. Enfoques como el modelo difusionista y la teoría de la dependencia se oponen en su valoración sobre los resultados de este intercambio. Ante esta polarización teórica, un grupo de investigadores se propuso aprovechar los enfoques de las teorías feministas, el postestructuralismo y los estudios culturales, derivados del pensamiento postmodernista. Esta propuesta invita a trascender ciertas dicotomías prefijadas en las ciencias sociales, la primera de ellas la supuesta frontera entre la economía política y la cultura. Luego se plantea el reto de insertar las investigaciones microhistóricas en las metanarrativas del Estado – nación, y seguir la acción fluida de los actores que circulan dentro y fuera de las formaciones políticas de apariencia monolítica. Otro aspecto a considerar es la flexibilización de las fronteras, nuevos territorios en donde lo propio y lo ajeno se funden.