Los denominados problemas globales constituyen la base material de la hecatombe ambiental actual y son objeto de una preocupación científica y social, que exige la adopción de cambios y transformaciones radicales. El vector del cambio es una conciencia crítica planetaria, que cuestiona el carácter epistemológico de la cientificidad moderna y las formas de conocimiento. El cambio se observa a nivel ontológico o de representación de lo real, lo social y lo natural y, también, de la dimensión ética relacionada con los valores y límites de la comunicación moral. Respecto de la política, insta a ir más allá del rechazo a las relaciones de dominación y formas excluyentes de organización del Estado y de ejercicio del poder. En lo concerniente a la dimensión económica, relacionada con los modos de producción, distribución y consumo, plantea su redefinición. En el marco de este enfoque crítico, el positivismo jurídico ha sido objeto de un escrutinio riguroso. En tales circunstancias, emerge el derecho ambiental como un instrumento coadyuvante para la garantía de los derechos de la naturaleza y fortalecimiento del Estado constitucional de derechos plurinacional.