Descripción:
En los escenarios de los noventa, las relaciones de la Unión Europea y América Central muestran signos novedosos pero también contradictorios que marcan un futuro todavía incierto. Asentada en múltiples declaraciones en favor de una cooperación de nuevo tipo, las diferencias de tamaño, disposición de recursos y capacidades de poder, ubican a cada uno de los actores en una jerarquía desigual de oportunidades para influir sobre el curso mismo de una relación trazada a lo largo de doce años. Los intereses estratégicos de una nueva Europa fueron redimensionados por una serie de cambios. La esfera interna aparece dominada por la ampliación del número de los estados miembros de la UE, que en 1994 eran diez a quince en 1995; aparte, de la ejecución puntual pero compleja de la construcción europea con eventos tales como la firma del Acta Única Europea, del Tratado de Maastricht y la entrada en vigor del Mercado Único Europeo. Esa construcción ha sido receptiva a una serie de cambios, por un lado, en la posición relativa de Europa en la estructura de poder económico global y, por otro, en la redefinición de la geopolítica del continente y del sistema mundial como un todo después de la caída del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética.