Descripción:
Un deber estricto de conciencia del cual no podría prescindir sin hacerme culpable delante de Dios me pone en la necesidad de dirigiros esta instrucción como Pastor y Padre vuestro. Dos motivos principales tengo para hacerlo: primeramente, el celo por la casa de Dios, que me urge a cuidar del culto divino diocesano, oficial y solemne, tributado a su Divina Majestad en nuestra Iglesia Catedral; y luego, con no menor viveza y eficacia, mi solicitud por vuestra salvación eterna, la cual no podréis conseguir si no cumplís todos los mandamientos de Dios y de la Iglesia, todos, digo, sin excepción de uno solo.