Descripción:
Desde que me vi por primera vez en medio de vosotros, hace ya más de un año, pude cerciorarme de vuestra general, constante y tierna devoción a la Sagrada Eucaristía. Mas ¡cuánto mayor aún fue mi íntimo contento y consuelo al presenciar las últimas fiestas de Corpus y su solemne Setenario!
He aquí me decía fiestas verdaderamente populares y tradicionales, que patentizan y demuestran con veracidad inconcusa y claridad meridiana la religión de la ciudad de Cuenca. Durante estos días, toda ella se conmueve, se agita, recobra, por decirlo así, nueva vida, para dar testimonio de su fe y piedad, de su amor y confianza respecto de Jesucristo Sacramentado.
Para este homenaje desaparecen, en cierto modo, las diferencias de edad, sexo y condición: grandes y pequeños, ricos y pobres, clero y pueblo; todos, aun los que en otros puntos discrepan, se unen para comunicar más brillo y solemnidad al Setenario patrio. Nadie pone obstáculo; antes bien, todos, a porfía, entran en la santa emulación de hacerlo cada vez mejor y no desmerecer de la antigua fama de la Ciudad del Sacramento.