Descripción:
¿No habéis visto caminar por las calles de Cuenca a un venerando sacerdote, de luenga y plateada barba, de trato dulce y amable, de paso rápido y firme, a pesar de sus setenta y cuatro años...?
¿No lo habéis leído mensualmente en Hoja Mensajera que lleva ya veinte años de vida; o en innumerables libros y folletos de índole religiosa y moral?
¿No lo veis diariamente en el Santuario Salesiano, prodigándose a toda hora en el confesionario, en el púlpito y en extender las devociones devocionarias a María Auxiliadora y a San Juan Bosco?
Allí, también, le vierais trabajando en el escritorio o atendiendo al sinnúmero de devotos y admiradores que, desde los más remotos rincones del Azuay, acuden al Santuario de los milagros...!; sin duda admitiréis conmigo que todo aquello revela el paso de los años en su alma tanto como en su espíritu.
¿Qué le va a tener nuestro amadísimo Padre Joaquín que tan fielmente personifica el lema salesiano: TRABAJO Y ORACIÓN?