A fin de que se difundiera la fe católica entre las tribus salvajes de los indios, que se hallaban dominados principalmente por las tinieblas de la superstición en los términos de la República Ecuatoriana, el Gobierno de esta misma República suplicó que, en el territorio de Méndez y Gualaquiza, se instituyera un nuevo Vicariato Apostólico y que su administración fuese confiada a la Congregación religiosa de San Francisco de Sales, comúnmente llamada de los Salesianos. En virtud de ello, por ante mí, el Secretario de la Sagrada Congregación de Negocios Eclesiásticos Extraordinarios, Nuestro Santísimo Papa León XIII, por la Divina Providencia, considerando con atención y cuidado todas las circunstancias del asunto y accediendo benignamente a la petición del Gobierno, se dignó constituir y erigir, en la forma solicitada, el mencionado Vicariato y encomendarlo a la referida Congregación. Dispuso además Nuestro Santísimo Padre que los límites de dicho Vicariato fueran: por la parte septentrional, el río llamado Apotenema; por la meridional, el río denominado Zamora; por la oriental, los ríos Morona y Marañón; y por la occidental, finalmente, las diócesis de Cuenca y Loja. Sobre lo cual mandó que se expidiera este decreto y se dejara constancia en el acta de la misma Congregación, sin que pueda prevalecer cosa alguna en contrario.