Descripción:
Su nombre se había hecho ya jardinero, con vacilación de crepúsculo que saluda a la noche. Así, con paso lento, moroso, como si cuidase de no hollar las rosas del camino, pero ni siquiera a los alacranes del egoísmo o la envidia, en una mañana de esas mañanas frígidas de julio y agosto, venía Remigio Tamariz Crespo a mi oficina de Director de Publicaciones, más que a corregir las pruebas de este florilegio de versos, a cruzar ideas, a discutir opiniones, a comentar temas literarios o históricos, que solía tratarlos con perspicacia sorprendente.
Sobre todo en los últimos tiempos, su faena intelectual fue intensa y fructuosa: mantenía activa correspondencia con hombres de letras del país y del extranjero; después de revisarla, puso en orden gran parte de su abundante obra poética; pero en lo que más se afanaba era en continuar un extenso estudio que sobre prehistoria ecuatoriana venía escribiendo con buen acopio de datos y sólida documentación.