Cada fase de la historia de la Humanidad como la de cada pueblo en particular que de una u otra forma se encuentran vinculados entre sí de acuerdo a las exigencias vitales y a los avances de todo orden, elaboran ideas, principios o valores centrales, que contienen los temas dominantes de su tiempo. En la etapa civilizatoria en que nos encontramos el centro de las ideas y de los valores éticos - políticos, constituye a no dudarlo, el conjunto de derechos humanos, llamados también derechos humanos universales o fundamentales, los mismos que están contenidos en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, aprobada por las Naciones Unidas, en la sesión plenaria del 10 de diciembre de 1948, así como en textos que le precedieron y otros que se elaboraron posteriormente. Los derechos humanos fundamentales no son neutros, ni carecen de ideología, todo lo contrario, son el resultado y la expresión de la secular lucha del ser humano por alcanzar la plenitud de su condición humana, la misma que es a su vez física, biológica, psíquica, cultural, social e histórica. Las tres grandes corrientes del pensamiento político moderno que han aportado desde sus cosmovisiones y poniendo énfasis en su núcleo ideológico en la elaboración de los derechos humanos han sido el liberalismo, el socialismo y el cristianismo social.