Descripción:
Treinta años nos separan hoy de la desaparición de Ernesto Che Guevara y sesenta de la de Antonio Gramsci. A pesar del tiempo y de la distancia, el discurso del Che tiene todavía un cierto perfume de Gramsci en relación al hombre nuevo y la reforma moral e intelectual. Como en un simétrico interludio, el reencuentro de los temas sugiere un imaginario diálogo entre los hombres. Quizás porque, al precio de sus vidas, ambos alertarán contra la debacle. Quizás porque ambos mostrarán con el ejemplo que el límite del pensamiento no expresa otra cosa que el límite de la capacidad de transformar. Quizás también porque el momento que hoy vivimos, en este fin de siglo decepcionante, se demande una tarea semejante.