El día treinta de Diciembre del presente año se completan dos siglos, desde que en la ciudad de Quito, ahora capital de esta nuestra República, y entonces asiento y residencia de la Real Audiencia, aconteció un suceso, que, con razón, pudiera ser calificado de milagroso y de sobrenatural. Una devota y numerosa procesión recorría las principales calles de la ciudad rezando el Rosario, cuando de repente se dejó ver en los aires, formada de una nube blanquísima, una figura extraordinaria, que se asemejaba á una imagen de la Santísima Virgen, con el divino Niño en los brazos.