Por favor, use este identificador para citar o enlazar este ítem: http://hdl.handle.net/10469/23571
Registro completo de metadatos
Campo DC Valor Lengua/Idioma
dc.creatorAguirre, José María-
dc.date1924-
dc.date.accessioned2025-07-08T18:01:41Z-
dc.date.available2025-07-08T18:01:41Z-
dc.identifier.citationAguirre, José María S. 1924. Obras oratorias. Quito: Imprenta de la Universidad Central.es_ES
dc.identifier.otherFER1L000548-
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/10469/23571-
dc.descriptionCinco días antes de su muerte, quiso Cristo Nuestro Señor entrar en Jerusalén, donde había de ser crucificado y muerto, con grandes muestras de alegría y con gran pompa exterior. Muchas veces el pueblo, en su entusiasmo, había querido proclamarle Rey de Israel; pero siempre Jesús se había sustraído a esta ovación. Mas hoy, que ha llegado su hora, no rechaza ya los homenajes que quieren tributarle; deja que se manifiesten con toda libertad las aclamaciones del pueblo. Antes de ofrecer el sacrificio de su vida, quiere manifestarse a toda la Nación en su dignidad real, como el Mesías Salvador, recibir las adoraciones de su pueblo y tomar, en cierto modo, posesión de la Ciudad Santa. Quiere, por última vez, manifestarse claramente a esta ciudad ingrata, que muy pronto le va a negar, como el Mesías anunciado por los Profetas, el único que puede salvarle todavía. ¡Quiere ir Él mismo, valerosamente, a encontrar a sus enemigos! Mas presentándose a los judíos como un Rey triunfador, quiso Jesús dar a su triunfo el carácter de la humildad y de la mansedumbre, que es el signo de su reino mesiánico. Mucha gente le seguía al Salvador desde Galilea, y venían con Él a celebrar la Pascua en Jerusalén. Hizo su mansión en Betania, donde resucitó a Lázaro, y a la nueva de este prodigio muchos judíos principales vinieron de Jerusalén a Betania para ver al nuevo Profeta y ver con sus propios ojos a Lázaro resucitado. Rodeado de esta multitud —de unos que le precedían y otros que iban detrás de Él—, Jesús se puso en camino hacia Jerusalén. Cerca de esta ciudad, en la falda del Monte de los Olivos, estaba una aldea llamada Bethfagé. Al llegar a ella, Jesús envió a dos de sus discípulos diciéndoles: “Id a ese castillo que queda en frente de vosotros...”.es_ES
dc.languagespaes_ES
dc.publisherQuito : Imprenta de la Universidad Centrales_ES
dc.rightsopenAccesses_ES
dc.rightsAtribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Ecuador*
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/ec/*
dc.subjectORATORIA SAGRADAes_ES
dc.titleObras oratoriases_ES
dc.typebookes_ES
dc.tipo.spaLibroes_ES
Aparece en las colecciones: Fondo Ecuatoriano Republicano I (FER1) - LIBROS

Archivos en este ítem:
Archivo Descripción Tamaño Formato  
A-Cubierta-L-Aguirre-0548.jpgFolleto - cubierta40,95 kBJPEGThumbnail
Visualizar/Abrir
LBNEE-Aguirre-0548-PUBCOM.pdfFolleto - texto completo54,78 MBAdobe PDFThumbnail
Visualizar/Abrir


Este ítem está sujeto a una licencia Attribution NonComercial ShareAlike (CC BY-NC-SA 4.0)
Licencia Creative Commons Creative Commons