Descripción:
Podría ser otro 11 de septiembre cualquiera. Estamos en un país en Estado de
Sitio. Un guerrillero tupamaro interroga a Philip M. Santore, representante de
la Agencia de Desarrollo Internacional de EE.UU., secuestrado por la guerrilla:
“¿Por qué esa predilección por las explosiones?”. “Son las armas de los terroristas,
hay que aprender a conocerlas”, responde. “Ustedes −impreca el guerrillero−
no enseñan a defenderse de las bombas, sino a utilizarlas. Son ustedes los
que necesitan a los terroristas. ¿Por qué?”…
La pregunta queda en suspenso. Y nos apunta hacia una reflexión, una idea
fundamental que hoy de nuevo el último libro de Armand Mattelart con André
Vitalis, De Orwell al cibercontrol devela, recordándonos el razonamiento de
la película de Costa-Gavras, y que habla de la dificultad lógica que nos impide
observar, en nuestra propia naturaleza, las raíces del mal que amparan hoy la
violencia indiscriminada a lo largo y ancho del planeta, impidiéndonos reconocer
la lógica constituyente del poder y el terror a ella asociados en el sistema
internacional de información, y que, en definitiva, limita nuestra capacidad de
reconocimiento de las similitudes y perfiles de la barbarie en el corazón mismo
del sistema democrático occidental, en el núcleo mismo de la democracia americana,
hoy convertida en un sistema de propaganda y terror selectivo, inspirado
en el modelo de control social autoritario que tradicionalmente ha sido
asociado al fascismo. Fascismo que, en apenas dos décadas, se ha generalizado
en el gobierno imperial del mundo, extendiendo los sistemas de videovigilancia
global a lo ancho y desde dentro del espacio social. Los casos Assange y Snowden
son solo el vértice del iceberg.