Descripción:
El 1º de enero 1994 nos regala a nivel global las imágenes del levantamiento de las
comunidades zapatistas en Chiapas (México). El uso estratégico de las cámaras
de vídeo y de las primeras redes digitales del grupo guerrillero mexicano EZLN
permitió evitar la represión armada por parte del ejecito. En el mismo año el
colectivo inglés Undercurrents establecía que en las manos de un videoactivista,
una cámara de vídeo puede funcionar como disuasorio contra la violencia de la
policía, un sistema de monitoreo por vídeo puede influenciar la agenda política,
un proyector de vídeo puede generar conciencia colectiva. Pero es solamente
pocos años después, en 1999 en Seattle, con el avance de la convergencia tecnológica,
es decir, con la hibridación de todos los medios que conocemos (televisión,
radio, teléfono, internet, satélite) en un solo medio, en una plataforma, la digital,
y la difusión masiva de tecnologías a bajo costo, que el videoactivismo emerge del
nicho reservado a los técnicos especialistas y/o activistas, para difundirse entre
la gente común y corriente. De esta forma, las tecnologías digitales permitieron
fortalecer el vínculo entre videoactivismo y acción política, potenciando los
procesos de apropiación de los medios de comunicación por parte de los ciudadanos
y el discurso audiovisual desde una óptica de cambio social y resistencia.