Siempre que os hemos dirigido nuestras cartas pastorales lo hemos hecho con el más grande gozo de nuestra alma, porque vuestros corazones fecundados por la piedad, y vuestra mente robustecida por la fe cristiana, son campo á propósito para recibir la semilla de la verdad, enseñada por Cristo Nuestro Señor, y derramada en el mundo por ministerio de los Obispos y sacerdotes; porque tenemos el convencimiento de que nuestra palabra, no por nacida de nuestra humilde persona, sino por ser la misma que ha enseñado el Espíritu Santo á los hombres, la recibís con la veneración propia de almas que creen en aquello que dijo Jesucristo dirigiéndose á los Apóstoles, y en ellos á nosotros.