Descripción:
El Estado nacional latinoamericano de fines del siglo XIX organizó la vida pública colocando en ella nuevas formas de visibilidad. Asumió a las tecnologías como una policía de la mirada que impuso reglas modernas a los cuerpos, los paisajes y las ciudades. De esta manera las viejas funciones del príncipe barroco fueron asumidas por una gubernamentalidad escópica que centró sus esfuerzos en nacionalizar a las masas, a través de las imágenes y educarlas en torno a signos de decencia, control y orden. Se estableció un contrato simbólico entre la burocracia estatal y los aparatos ópticos permitiendo que la fotografía y el cine se convirtieran en los instrumentos de una estética y una subjetividad soberana.