La crisis medioambiental provocada por la dependencia al material plástico desechable, por parte de las prácticas de consumo de la ciudad contemporánea, ha sido ampliamente difundida por distintos medios. Sin embargo, no conocemos a profundidad ni las redes, ni el origen de estas, que permiten al plástico devenir omnisciente y un actor pleno que media e intermedia las relaciones espaciales entre humanos y no humanos. Este desconocimiento es incluso más profundo en las prácticas de abastecimiento cotidianas, en donde se actúa, sin freno, de manera automática y formal, frente a la inmediatez, aparentemente necesaria, del uso de productos hechos de material plástico. De esta manera, desadvertimos la estrecha relación entre los espacios de abastecimiento y el material plástico.