En la literatura local contadas son las publicaciones que aluden a una reflexión política crítica respecto de la construcción de las amenazas a la seguridad y su alcance, en el juego político de cada Estado y sus relaciones con otros Estados, en forma de cooperación. Tampoco se atisban producciones académicas focalizadas en la comprensión del poder estructural y simbólico de la violencia, y peor que se centren en una deconstrucción al desmantelamiento del poder simbólico y físico que implican las acciones violentas de la criminalidad organizada. Es limitada la producción que reflexiona en torno a las metanarrativas amarillistas que sostienen las acciones violentas y al estado de inseguridad que vive Ecuador, en las que se advierte, de forma paralela a las realidades empíricas, una fuerte incidencia de las percepciones de inseguridad que, conjugadas, se vuelven una olla de presión, presta a estallar.