En un mundo en constante evolución, la búsqueda del desarrollo sostenible enfrenta diversos obstáculos que desafían tanto la resiliencia como la seguridad de la población y sus espacios. Por un lado, los riesgos de desastres plantean severas amenazas que pueden truncar el progreso socioeconómico, lo que impulsa la necesidad de una gestión de riesgos de desastres (GRD) eficaz y proactiva. Por otro lado, los problemas de violencia y delincuencia comprometen la seguridad y el bienestar individual y comunitario, exigiendo respuestas estratégicas en el ámbito de la seguridad ciudadana. Aunque estos dominios divergen en sus métodos y enfoques, comparten un objetivo común: fortalecer las bases para un desarrollo seguro y resiliente de las sociedades y sus territorios.