Un cementerio en Cagafuego, allá, en el culo del mundo: un escenario de no más de 4 metros cuadrados. En el centro, un montón de cascajo rojizo, entremezclado con barro negro, arcilla y greda; y, una pala semienterrada. Es evidente que alguien ha estado excavando una sepultura. Delante, cerca del público, unos cuantos túmulos. Detrás, como fondo del tétrico entorno, la silueta de un modesto mausoleo recién pintado; y, en lontananza, el titilar difuso de las diminutas luces del cercano pueblo…