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Persuadido Valdivieso de que era inútil empeño la celebración de la paz, y teniéndose él por gobernante de todo el ecuador, el 22 de noviembre de 1834 convocó una convención, para que se reuniera en quito. Claro está que sólo concurrieron diputados de los departamentos de quito y Azuay. No se comprende el motivo para la convocatoria de esta convención.
Rocafuerte era bien conocido en quito: nadie podía dudar de sus méritos, ni, por consiguiente, de su popularidad. Si los chihuahuas se le habían separado, no era sino porque le suponían traidor, lo que no podía ser creído en toda la nación: era, pues, de preverse que sus operaciones serían sobre seguro, y que, en consecuencia, no tendrían mal resultado.
Así como algunos conjeturaban que flores había engañado a Rocafuerte, ¿por qué no podía conjeturarse también que Rocafuerte había engañado a flores, ya que éste estaba subordinado a aquél en la jerarquía política? ¿y qué beneficio podía traer una convención en semejantes circunstancias? Sabido es que, para la guerra, las corporaciones son el peor inconveniente, por buenas y luminosas que sean.
Por otra parte, el erario no estaba para erogaciones de dietas y viáticos. A la convención, instalada el 7 de enero de 1835, concurrió buen personal; pero nada pudo hacer, porque no legislaba para todo el estado, y su vida no pasó de 15 días.