Descripción:
Grande provecho saca siempre el cristiano de la lectura de las Vidas de Santos, porque puede ver en todas la inefable bondad y misericordia de Dios N. S. para con sus redimidos; pero parece que más nos debe interesar y mover la vida de un alma que ha llegado a la cumbre de la perfección en nuestra propia patria, ya que se ha santificado en las mismas circunstancias y en medio de las mismas dificultades en que nos hallamos; lo que nos hace esperar que Dios N. S. también con nosotros se mostrará Padre bondadoso y nos ayudará con su gracia abundante.
Dice el Ilmo. Sr. González Suárez en su Historia General de la República del Ecuador (lib. III, cap. 13):
«Tierra donde floreció una Santa como la Bienaventurada Mariana de Jesús, había recibido indudablemente las bendiciones del cielo».
Esto es mucha verdad: un alma santa es uno de los mayores favores que Dios puede conceder a una ciudad o a un pueblo. ¡Qué sería de la tierra si no hubiese Santos! Muchas veces los justos, con sus penitencias y oraciones, han desarmado el brazo de la divina Justicia, ya levantado para castigar a los pecadores.