Descripción:
Durante casi todo el siglo XX, tanto la geografía como la historia política concibieron las fronteras como los márgenes de la nación y su significado quedó supeditado a las ideas de soberanía y seguridad nacional, en particular frente a aquellos Estados –por lo general, vecinos–, con los que se disputaban los territorios y se negociaba el trazado de límites. No obstante, en las últimas dos décadas, diferentes corrientes teóricas han empezado a cuestionar el viejo concepto de Estado-nación –homogéneo y centralista (véase Evans, 1997; Nielsen, 2004; Opello y Rosow, 2004)– y, con ello, la noción de frontera, destacando la porosidad y la fragilidad de los límites que esas líneas demarcatorias se proponen establecer.