En la arqueología es difícil definir el tiempo ya que es apenas una forma para la interpretación del grupo cultural de estudio. Si bien, en líneas generales, el desarrollo de las formaciones socioeconómicas es ascendente, cuando se estudia separadamente, por razones de análisis, los distintos aspectos de la realidad, observamos que no siempre existe correlación entre tiempo y desarrollo. Por otra parte, tomar el nombre de la zona de ocupación o/y la decoración cerámica como elemento clasificatorio, es poco práctico, a más que minimiza, el proceso histórico de nuestros pueblos. Asimismo, ciertos términos (como por ejemplo: " pre cerámico" o "formativo"), requieren una revisión. Su aplicabilidad debe responder a nuestra realidad y no ser un simple acomodo. Una cronología aunque rigurosa, no es suficiente, si no está acompañada de un análisis de la base económica, y viceversa. Nuestro pasado debe ser estudiado y presentado en su dinámica de desarrollo y en su secuencia histórica. De los investigadores nacionales, uno de los primeros en llamar la atención sobre la necesidad de organizar un indicador cronológico para la "prehistoria" ecuatoriana fue Don Jacinto Jijón y Caamaño basándose fundamentalmente en los cambios observados en los entierros, en el estilo cerámico y en la estratigrafía apreciada en la tola El Aguacate, en Urcuquí. Sus tres grandes periodos para la provincia de Imbabura, desde el más Tardío hasta el más Temprano son: 1) Tolas habitación; 2) Tolas con pozo (contemporáneo con la pintura positiva). Y 3) Sepulcros en pozo (contemporáneo con la pintura negativa).